Después de varios meses dentro de mi pecho comenzó a golpear el aviso y en mi mente a repicar la fecha y la hora.
Nuevamente aparecía  la señal. Era verdadera. Sí, era verdadera.
El entusiasmo invadió hasta la más mínima célula de mi cuerpo.
Por mis venas corría un rio de esperanza.
Ya estaba completamente seguro.
Transpiraba felicidad y paz infinita por todos los poros en ese instante. Observaba los transeúntes. los edificios, el cielo profundamente azul, con sus blancas nubes que dibujaban figuras de ancianos con barba. En ese momento me parecía todo menos ingrato.
Su figura había quedado perfectamente grabada en mi mente.
Era de los pocos acontecimientos que guardaba como una auténtica reliquia.
Llego el día fijado. El reloj marcaba las once de la mañana.
Acodado en un escritorio, hundí mi rostro entre las manos. Cerré los ojos y me coloque a la expectativa. Alejé todos los pensamientos de mi mente y la deje en blanco como una pantalla de televisión encendida a la espera de una imagen.
Cinco...  seis...  siete...  diez minutos aproximadamente. luego de una prolongada espera comienzo a sentir como si me hallara ascendiendo por el espacio con velocidad vertiginosa, la cual trata por el comienzo de producirme un indecible vértigo. El espacio inmenso que veo en la pantalla de mi entrecejo tiene un color violeta indescriptiblemente intenso y brillante. Luego pasa por junto a mí, figuras que semejan grandes aerolitos los cuales cruzan a una velocidad incalculable. Aún no sé explicar sí era mi mente la que iba a gran velocidad dentro de ese infinito espacio o esos enormes bloques, los que pasaban junto a mí en su fugaz carrera.
Una espantosa sensación de vacío se apoderó de mí. Abajo, arriba, a los lados, veía un interminable espacio. Sentía que avanzaba, que una fuerza extraordinariamente superior me dominaba absorbiéndome. El espacio color violeta aumentaba su indescriptible intensidad. En ese instante no trabajaba mi pensamiento. Sólo permanecía abstraído en la observación de ese mundo tan distinto y asombroso por el cual me deslizaba.
Después de unos minutos, o segundos, calculo yo, porque en ese momento perdí la noción del tiempo, comencé a ver en la distancia una luz que nunca he podido ver aquí en la tierra.
Y proyectado ya, en medio del círculo luminoso extendiendo sus brazos apareció el Maestro, vistiendo una túnica blanca que le llegaba hasta los pies, con bordes dorados. Su cabello rubio como finísimos hilos de cristal se recogía en pequeños bucles sobre la nuca. La piel de la cara era blanquísima y una barba bien cuidada e igual a los cabellos bordeaba su rostro. Sus pobladas y casi transparentes cejas, formaban una perfecta armonía con la barba y el cabello. Bajo las arqueadas cejas, unos ojos profundamente azules de mirar escrutador y casi transparentes como la piedra más preciosa. Bajo su fina nariz una boca armoniosa , de labios delicados aunque ligeramente pálidos. Sus brazos esteban extendidos y las palmas de las manos parecían casi imperceptibles hallándose abiertas, formando un abanico con sus dedos, de los cuales salía una luz intensa. 
Me sentí en un mundo muy distinto. En una región donde la mente no alcanza a percibir en sus limitadas excursiones toda la grandeza de otros mundos.
Aunque lo veía aún lo consideraba lejano. Me parecía demasiado sutil y prácticamente fantástico. No le encontraba a su cuerpo la consistencia y el volumen del nuestro, que le permitieran darle una proyección real. Aunque bastante alto e imponente, creí que su figura podía desvanecerse en el espacio.
Nunca había concebido que pudiera existir alguien con estas formas tan delicadas y al mismo tiempo tan reales.
Estaba abstraído en su contemplación. Me sentí allí como una presencia, más no como una forma. De repente él, sin mover sus labios, hizo tronar su pensamiento.
Decía: "Después de muchos siglos me hago presente nuevamente con el propósito de enviar un mensaje a los hermanos que han olvidado los principios fundamentales que los identifican  con su Creador.
"Mi mensaje será tajante porque ahora esa humanidad necesita de unas palabras más recias y de unas acciones severas para que puedan comprender que hay alguien, a quien le deben obediencia y respeto.
"Este mensaje será transcrito tal y como yo lo digo. Lo pueden tomar como un proceso de mentes alucinadas, o delirios místicos, o simple especulación. Porque el escepticismo ha llegado al máximo y se considera que ya para esta época seres de etapas más avanzadas no se comunican con sus hermanos.
Mas, cuando comprendan la ATERRADORA VERDAD DE TODO LO ANUNCIADO, APRENDERAN A NO INSUBORDINARSE Y DESEARAN QUE NO SE SIGAN CUMPLIENDO NINGUNA DE ESTAS PROFECIAS PERO YA SERA TARDE. LA HUMANIDAD DE LA TIERRA ESTA INICIANDO SU PROPIA SACUDIDA.
"Es natural que en este momento sientas confusión al verme, pero para generaciones futuras este hecho no será insólito sino más bien habitual. El hombre posee incalculables capacidades  y en este momento, después de haber desarrollado en ti la capacidad de protección, simplemente la estamos utilizando".
Su pensamiento iba quedando grabado.
 Pensaba con tanta vehemencia, que yo mismo me sentía un gusano en su presencia. En ese instante comprendí mucho más que nosotros los hombres, quienes nos consideramos la máxima creación del universo, somos únicamente corpúsculos, los cuales nos acabamos de empequeñecer ante el aplastante peso de una vanidad mal fundada.
Aquel gran Maestro, que me escrutaba con su profunda mirada azul, me hacía pensar que ellos con toda su sabiduría, miraban con más respeto al gestor de toda la creación. Y debido a la sabiduría imperante tienen pleno conocimiento del equilibrio que debe existir respecto a todo lo que les rodea.
Me sentí muy feliz y al mismo tiempo aturdido.
Era tan grande la fuerza que despedía, que mi cuerpo mental se sentía sacudido ante el permanente impacto de su vibración.
"Es necesario que se enteren de todo. Los sistemas en la tierra siempre han fallado. Por lo tanto, todas las cosas que verás en el tiempo presente serán los hechos más transcendentales del futuro. En este trabajo emplearemos varios meses. Será un trabajo de gran responsabilidad", afirmó.
Su figura se fue desvaneciendo a través de una especie de neblina que lo iba absorbiendo.
El esplendor aumentó con asombrosa intensidad tiñendo con su argentado halo el lugar donde él había estado.
Luego sentí nuevamente que me deslizaba a través de un enorme vacío.
Abrí los ojos.
Todos los colores y la luz que me rodeaban, me parecieron mucho más opacos.
No tenía punto de comparación en cuanto a lo que había visto.
Una paz infinita me embargaba.
Analicé durante varias horas las palabras que habían quedado grabadas. Analicé muy detenidamente el texto del mensaje, y lo que él pretendía.
Tuve quince días para reflexionar sobre lo que había dicho.
Mil conjeturas me hice.
Y me preguntaba día y noche sin poder dormir: ¿Por qué a mí? Era una incógnita que deseaba despejar cuanto antes.
Quería estar completamente seguro de todos estos acontecimientos.
¿Por qué a mí? Me asaltaba a cada instante el enigmático interrogante.
Sabía perfectamente que una cosa es la fe y otra los hechos. Porque se puede tener fe ciega en todo lo que se ve y se oye. Pero era indispensable averiguar la verdad de todo. No podía aceptar las cosas tal y como llegaron. Tenía que encontrar el punto culminante de los hechos. Estar convencido de que lo que estaba recibiendo era auténtico. No quería engañarme ni engañar a nadie.
De esta manera, conferencia tras conferencia se iban aclarando los puntos oscuros. Era indispensable el severo análisis. Sabía por experiencia, que él no era una creación mental, sino que se constituía en un hecho real, de enorme trascendencia.
"El propósito fundamental es oriental. Advertir hechos importantes que sucederán. La mente de Dios es extraordinariamente infinita y todos nos encontramos ubicados dentro de su maravillosa creación.
"Formamos millones y millones de mundos. en realidad la mente del hombre común no está en capacidad de conocer todo este vastísimo universo. Sólo ascendiendo en cada atapa de la vida se puede vislumbrar una pequeña parte de toda esta majestuosidad.
"El hombre es microscópico comparado con el cosmos.
"Al hombre le falta mucho por aprender. Tiene que recorrer un larguísimo camino para poder conocer el medio en que ha sido creado y la mente maravillosa de su Creador.
"Es ridícula la posición que toma respecto al universo, su mundo y Dios.
"ignora o procura ignorar todo como principio de evasión, para evitar los compromisos que ha adquirido, desde el comienzo de su creación, con todo lo que lo rodea. Considera que lo que existe es fruto de una coincidencia. Desde ahí comienza a sentar la base demostrativa de su más crasa ignorancia, lo que le acarreará su propia sacudida.
"El hombre no es el rey de la creación, sino un elemento de la creación, el cual paradójicamente se ha convertido en el verdugo de lo que le ha sido entregado para su beneficio.
"A la dimensión a la cual pertenezco sólo se llega a través de una experiencia de millones de años, y la diferencia entre una dimensión y la que sigue, no es tan grande como el hombre la imagina. La razón radica es que se tienen ligeras variaciones, tanto en el aspecto mental y espiritual como en la misma estructura molecular de la cual nos componemos y se componen simultáneamente todas las cosas que dentro de ese plano nos rodean. De ahí que las dimensiones son incontables.
"Sin embargo, tenemos aquí grandes compromisos, como también con los hermanos que se encuentran en los subplanos. Estamos atentos a todas las conflagraciones que les esperan. Y damos a su debido tiempo la voz de alerta. No es que el castigo sea infringido por Dios. El castigo viene del mismo hombre. Es fruto de su propia creación.
"Todo en esta dimensión es distinto. Es difícil que el hombre llegue a percibirla . Sólo que nosotros nos aproximemos, para darles testimonio de nuestra presencia. El mundo en el que vivimos es maravilloso, pero aún nos encontramos lejos de la perfección. Nuestro planeta existe como existe la tierra y tiene  vida como la tiene la tierra. Aquí nos esmeramos por cuidar todo lo que se nos ha dado. VIOLAR UNA LEY YA NO CABE DENTRO DE NUESTRA MENTE.
Fuente: libro trascendentales profecías.