He aquí detalladamente, los grandes sufrimientos que apurara Jesús de Nazaret en el Cáliz de su Vida Misional, para rescatar de las sombras, a la sufriente Humanidad.

Después de la condena, por los Jueces del Sanhedrin; lo levantaron del suelo por los cabellos veinte y tres veces.

Fue atormentado y avergonzado por sus verdugos, ciento y setenta veces.

Le aplicaron seis mil seiscientos y sesenta azotes atado a la columna.

Cayó en tierra desde el huerto de los Olivos, hasta la casa de Anás, siete veces.

Cayó en tierra, en el camino hacia el Calvario, cinco veces.

Derramo ciento diez y ocho mil docientas veinte y cinco gotas de sangre.

Lo abofetearon en el rostro veinte veces.

Fue herido treinta y dos veces en las piernas.

Recibió diez y nueve heridas mortales.

Fue herido en el pecho y en la cabeza veinte y ocho veces.

Tuvo sesenta y dos llagas que laceraban su cuerpo.

Recibió mil y docientas heridas de las espinas en la cabeza, por las veces que la corona rodó por el suelo y vuelta a poner con violencia sobre su frente.

Lo empujaron a puntapie ciento cuarenta veces.

Suspiró ciento y nueve veces.

Recibió un golpe mortal estando atado a la columna.

Luego otros tres golpes mortales de manos de los Fariseos.

Estando extendido sobre la Cruz lo escupieron setenta y tres veces.

Los soldados vinieron armados contra El, ciento y diez y ocho veces.

Los que lo siguieron del pueblo fueron doscientos y treinta.

Tuvo noventa y nueve llagas cárdenas.

Los que lo llevaron atado fueron tres.

Fue arrastrado por la barba sesenta y ocho veces.

Luego clavado en la Cruz hecha de encina, con tres clavos muy gruesos.

Recibió una herida profunda en el costado derecho.

Doce fueron las mujeres que lo siguieron con valor, en toda la ruta hacia el Calvario.

Tres mujeres enjugaron la sangre que corría por los pies y las tres besaron sus heridas.

Seis veces lloró el Cirineo por sus sufrimientos, mientras le ayudaba a llevar la pesada Cruz.